curioso es irse
sin saberse
ni brisa
Suave y tónica mirada morena
humedece sus pequeños ojos
Vida ¡ese es un regalo exquisito!
en un todo
me perdono
no sea cosa
enferme
al poema
que desbando /
sin regreso
¡Contempla el vuelo de un águila mora!
Entre los árboles veo un niño delgado
-alpargatas bigotudas, anteojos y visera-
corriendo loros, buscando una vertiente
machete en mano por si las cascabeles…
El sol reverberando mica iridiscente
entusiasma la crecida del Anizacate
ya tan encajonadamente incontenible.
La noche apura, llegarán los tucu tucus,
y el delgado niño saludará a las estrellas.