Muchas veces es placentero sentirse divorciado de la
sociedad.
Crearse un Mundo.
Habitarlo como una isla.
No esperar la aparición de barco alguno.
Y si llegase otro
náufrago buscando asilo: cuidarle, sanarle, vigorizarle hasta que sea fuerte
como uno mismo.
Luego verle ir otra vez, sin pena.